La Virgen María Madre Misionera
Para iniciar esta reflexión quería primero compartirles este extracto de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del evangelio) del Papa Francisco, cuando habla sobre María misionera en el capítulo quinto, punto II, apartado 286, nos dice estas palabras tan bellas:
"Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. A través de las distintas advocaciones marianas, ligadas generalmente a los santuarios, comparte las historias de cada pueblo que ha recibido el Evangelio, y entra a formar parte de su identidad histórica"
María es Madre de Dios como lo afirma el evangelio de Lucas: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, él será grande y será llamado Hijo del Altísimo" (Lc1, 30b-32a), es Madre de todos los pueblos. A través de su "si" confiado y esperanzado en el Amor Dios, "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho" (Lc1, 38), abre una puerta de redención y alianza que llevará adelante su Hijo. Ella por su "si" también fue y es protagonista a través de su misión, aceptada humildemente en aquel hecho histórico excepcional para toda la humanidad: la encarnación de Dios, la encarnación de Nuestro Señor Jesucristo.
María durante toda su vida terrenal y luego celestial, ha sido y es una servidora fiel de Dios, guiando en su misión, a la Iglesia de Cristo, siendo intercesora y mediadora de las gracias que su Hijo nos regala con total gratuidad, por voluntad del Padre a través del Espíritu Santo, a todos los hombres de todos los tiempos. Podemos recordar la cita de Juan: "Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre»" (Jn 26-27a). En esta cita podemos corroborar esta misión que Jesús encomienda a María.
María es consecuente con el primer "sí" en aquel momento, en que el Ángel, enviado de Dios, le anunciaba que iba a ser Madre del Hijo de Dios. La vida de María va a estar atravesada hasta el día de hoy, con la misión de velar y acompañar el proyecto de salvación del hombre. Podemos citar unas de la profecías del profeta Isaías, que confirma a María como la elegida para esta Misión: "Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel." (Is. 7,14). También podemos citar al profeta Miqueas diciendo: "Por eso, el Señor los abandonará hasta el momento en que dé a luz la que debe ser madre; entonces el resto de sus hermanos volverá junto a los israelitas. El se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque él será grande hasta los confines de la tierra." (Miq 5. 2-3). Cuanto hay en el antiguo testamento, que preludian la misión de María en el mundo a partir de la concepción de Jesús, el Emanuel en su seno materno.
El Papa Francisco también nos dice que María "es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia" María la humilde muchacha de Nazaret es signo de esperanza para toda la humanidad, porque en ella se hace realidad la vida discipular, que nunca se separa de la misión de acercar a Jesús y anunciar el Reino que Él proclamó. Una vida discipular, que por ser Madre de Jesús, no le fue quitado el dolor , el cansancio, la tristeza que todo ser humano, criatura de Dios experimenta. Un misionera sostenida y llena de esperanza por el Amor trinitario experimentado a través de Jesús y el Espíritu Santo. Amor que se derramaba en su corazón y ella lo sabía transmitir y testimoniar cumpliendo la voluntad de Dios: "En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!"(Lc1, 39-42.)
Sólo María obediente a la voluntad del Padre, con humildad, sencillez, confianza y valor podía llevar el Amor que se había derramado en todo su ser. Por eso María es la misionera y discípula por excelencia, portadora de esperanza, ejemplo y testimonio para toda la humanidad de todos los tiempos. Y como dice el Papa Francisco María misionera sufre "dolores de parto hasta que brote la Justicia". Justicia de Dios y no la justicia humana que es imperfecta y limitada. María experimenta esta Justicia de amor y esperanza, confiada al pie de al cruz, cuando Jesús estaba entregando su vida por todos nosotros. Cual mayor acto de Justicia es el amar hasta el extremo como lo hizo Jesús, por todos nosotros, redimiéndonos de todos nuestros pecados, en aquel momento de cruz y muerte. María es una mujer discípula y misionera cuya esperanza se funda en ese Amor: Justicia de Dios, misterio Divino, que exige fe, pues es incomprensible para el hombre.
Por ello para los pueblos María es tan venerada , querida y amada, pues en ella encuentran a la mujer que pasó por nuestros mismos sufrimientos y alegrías y supo caminar junto a Jesús y al Espíritu Santo, cumpliendo la voluntad del Padre. María misionera nos enseña con su ejemplo a ser discípulos misioneros de Jesús, estando atenta a las necesidades de los demás: "Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino»"(Jn.2,3) y enseñándonos lo principal que todo discípulo misionero debe aprender: «Hagan todo lo que él les diga». Jn.(2,5b). María, Madre discípula misionera, llena de esperanza, debía acompañar y guiar en la fe a los discípulos cuando Jesús ya había subido a los cielos y todavía no habían recibido al Espíritu Santo: "Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos." (Hch.1,14). Cuanta espereza transmitió María a los discípulos de Jesús y lo hace a nosotros actualmente.
María misionera con su amor materno, como dice el Papa Francisco "va abriendo los corazones a la fe." Que hermosa cualidad de María, la de su amor maternal por todos nosotros, los hijos adoptivos de Dios. Cuanto necesitamos ser comprendidos, escuchados y amados como lo hace María, siempre acercándonos al corazón de su Hijo Jesús. Cuanto bien nos hace acurrucarnos en sus manos de Madre para que nos anuncie y penetre la verdad del Reino, el Amor Trinitario. Misionera, cuyo amor maternal contiene también nuestras angustias, dolores, desalientos, incredulidades y sufrimientos que son llevados al corazón de su Hijo, que todo lo redime, perdona y trasforma. Madre misionera que nos enseña con su ejemplo a trascender las circunstancias más difíciles de la vida: "Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena." (Jn.19,25) María junto a otras mujeres que seguían a Jesús esta al pie de la Cruz y sólo ella colmada del Amor del Espíritu santo puede trascender este momento tan difícil. Por ello María misionera puede enseñarnos desde su Amor que proviene del corazón de Jesús a transcender las distintas circunstancia adversas de la vida.
Nos dice el Papa Francisco: "Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios" Luego de su asunción a los cielos la Madre de Jesús, misionera por excelencia no abandonó a la Iglesia de Cristo. Muchos son los testimonios, milagros y mensajes privados que la Madre a pronunciado a lo largo de la historia. Muchas de esas apariciones so reconocidas por la Santa Iglesia y otras estas siendo investigadas para su definitiva aprobación. María en Guadalupe, María en Fátima, María en Lourdes son algunas de estas apariciones privadas que la Iglesia a reconocido ya. En cada aparición a venido a acercarnos el Amor de su Hijo para la conversión de la humanidad, que camina por senderos errados, provocando muchas injusticias e impidiendo el anuncio del Reino de Dios a tantos hombres necesitados y vacíos de su Amor. María Misionera no ha dejado de caminar junto al pueblo de Dios, para escuchar sus necesidades mas profundas e interceder por ellas. Es una misionera luchadora que conociendo nuestras debilidades, se compadece con el Amor de Dios que lleva en su corazón maternal, para invitarnos a que escuchemos la Palabra de Jesús y haciéndola vida hagamos el bien a nuestro próximo, especialmente a los más necesitados. Esa cercanía de Amor de Dios, que María misionera nos acerca, nos va transformando y conformando en verdaderas comunidades vivas, que hacen experiencia del amor de Jesús a través de la oración constante y la caridad llevada a la cotidianidad de la vida. En ese caminar junto a nosotros nos va haciendo madurar el corazón para poder abrírselo de par en par a su Hijo. Cuanto se ocupa María misionera de todas nuestras necesidades, cuantos milagros el Señor Jesús hace diariamente por el pedido de su Madre que no deja de escuchar a sus hijos en la tierra.
María misionera, como dice el Papa Francisco en sus distintas advocaciones a lo largo de toda la historia, va formando parte de la identidad histórica de los pueblos que van recibiendo y viviendo el evangelio de Jesús. En este tiempo actual cuanto necesitamos hacer vida el evangelio de Jesús. Cuantos pueblos están sedientos de su palabra, que vivifica, transforma y nos conduce a la vida eterna. María misionera nos acompaña en este camino. No estamos solos, María es garantía, para todos nosotros, que la palabra de su Hijo nunca será callada, y el Reino de Dios será anunciado y proclamado siempre. Pues Jesús hizo victoria sobre el mal y nada puede impedir la llegada de la plenitud de su Reino a la que todos estamos invitados.
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