La alianza mesiánica de Jesús y María en las bodas de Cana


 La alianza mesiánica de Jesús y María en las bodas de Caná



Comentario

En nuestra reflexión de hoy queremos seguir encontrando rasgos de Jesús y María que nos revelan la alianza mesiánica de sus corazones. Alianza esta que siempre nos invita a vivir en alianza con el Padre, el Espíritu Santo y con nuestros hermanos, dentro de una comunidad. Pues es el Espíritu Santo :Amor que une al Padre y al Hijo, el que se manifiesta en la unidad de los corazones de Jesús y María. Es la Santísima Trinidad la que se manifiesta en dicha Alianza, para derramarse gratuitamente a tos los hombres.
Antes de abordar el texto de las bodas de cana, podemos previamente reflexionar el texto de Lucas donde es profetizada la alianza mesiánica de Jesús y María de una manera particular, que no podemos dejar pasar de largo y es la que se manifestará en las bodas de cana.

Texto

"Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos»" Lc. 2, 25-35
Comentario

El texto de Lucas citado, nos narra un hecho de la vida de Jesús y María junto a José. Jesús es presentado en el Templo y un hombre llamado Simeón, quien alabando a Dios dice "mis ojos...han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". Es en esta expresión inspirada por el Espíritu Santo donde se proclama la identidad de Jesús: salvador y luz del mundo.

Dicha Palabra pronunciada debió calar profundamente en el corazón de María, recordando aquel momento en el que el Ángel Gabriel, le anunciaba la dicha de ser la Madre del hijo de Dios, por obra del mismo Espíritu Santo. María unida al corazón de Jesús por el Espíritu Santo, experimenta la Admiración, Gozo y Alegría de la revelación de la identidad de Jesús. Sólo unida al corazón de Jesús puede hacer esta experiencia.

Pero la profecía no termina allí, y en ella se explicita más profundamente esta alianza mesiánica de Jesús y María: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos»"

El texto anuncia esta vez a María un momento doloroso y profundo que le atravesará su corazón como una espada. Es el momento de la crucificción de Jesús para redimir los pecados de toda la humanidad y de todos lo tiempos y ganarnos la vida eterna, que el Padre quiere regalarnos con la obra del Espíritu Santo. Jesús va a sufrir mucho en su corazón, corporal y espiritualmente. Y María como se lo profetizó Simeón compartirá este dolor al ver a su hijo morir y sufrir por la humanidad entera. María es advertida también, de este hecho doloroso, para que su corazón unido al de su Hijo pueda transcender en la esperanza de la Resurrección. Y así sucedió, María en Alianza con Jesús es capaz de estar al pie de la cruz (atravesada como por una espada por el Misterio más grande del Amor de Dios por sus criaturas) aceptando con el Amor del Espíritu Santo la entrega total del Amor Pleno e Infinito de Dios a los hombres, a través de la entrega de la vida que Jesús hace por todos nosotros.

Cuan unidos están Jesús y María a través de su Alianza mesiánica para transmitirnos y anunciarnos la Alianza que Dios Padre quiere hacer con nosotros. Una alianza a la que estamos llamados a vivir formando comunidades que alaben, den gloria a Dios. Y a partir del Amor recibido en el seno comunitario, el mismo, sea transmitido a través del testimonio, a todos aquellos que no conocen la buena noticia del Reino de Dios.

Ahora habiendo reflexionado sobre esta profecía cumplida para la Gloria de Dios y salvación de la humanidad, prestemos atención al texto de la boda de Cana. Texto que queremos profundizar y reflexionar, para contemplar la unión de los corazones de Jesús y María.

Texto

"Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él." Jn. 2, 1-11

Muchas veces habremos participado de la alegría de una boda de algún Familiar y amigos. Y en esa boda nos hicimos partícipes de esa alegría que comparten los esposos.
Jesús, María y los discípulos se encuentran en la fiesta. María se da cuenta que en la fiesta falta el vino para celebrar la alianza de estos esposos. María siempre tan perceptible y atenta a las necesidades de los demás, como lo hace Dios con nosotros. Seguramente esta cualidad y don de María ha ido creciendo y madurando junto al Corazón de Jesús, fruto de esa relación intima de sus corazones. María no hace nada que no se corresponda con el corazón de Jesús. Por ello, con confianza y delicadeza, conocedora del corazón de su Hijo, se acerca a Él y le avisa que no hay vino para la fiesta. María intuye en su corazón que es el Espíritu Santo quien la mueve a decir estas palabras a su Hijo. No es un sentir, el de María, el darse cuenta de la necesidad por una acción meramente humana. Esta certeza de María de dirigirse a su hijo sólo puede venir de la alianza eterna de sus corazones.

Pero Jesús parece rechazar esta situación que le comunica María: "Mujer, ¿Qué tenemos que ver nosotros?". Pero esta interpretación es muy errada.
Jesús no la llama Madre, la llama Mujer. Mujer que más adelante continuará la misión mesiánica, que Jesús va iniciar en la tierra, y que luego asumirá María con los discípulos que él ha elegido, después de su resurrección y ascensión al cielo para estar junto al Padre. La pregunta de Jesús en consonancia con el corazón de María, hace referencia a otras necesidades a la cuales también deberán ser tenidas en cuenta con el anuncio del Reino, donde María tiene un papel importante.

Y de hecho en esta situación, en al fiesta, Jesús, ya la reconoce a María como aquella Mujer que dirá sí, a la Voluntad de Dios de ser Madre de toda la humanidad.

Jesús en comunión con el corazón de María, impulsado por el Espíritu Santo que habita en Él, decide aceptar la voluntad del Padre y hacer un primer signo público de la presencia del Reino de Dios. El Padre ha querido que este primer signo se haga en un seno familiar y comunitario. Y esto es lo que María unida al corazón de Jesús, y movida por el Espíritu Santo ha comprendido.
El comunicado de María a Jesús no es un capricho o un deseo de ella para satisfacer a los invitados de la boda. El decir de María trasciende esa necesidad humana y así lo entiende y comprende Jesús. Otra vez el misterio del Amor de Dios se hace presente y de una forma particular, en una boda familiar y comunitaria.

María, asumiendo su Misión de Mujer y Madre de Dios, ordena que hagan lo que Jesús les diga. Jesús indica a los servidores en la fiesta que llenen varias tinajas con agua y sirvan a los invitados. Todos quedan sorprendidos, al ser servidos con el vino nuevo.
Me gusta pensar que este buen vino, que Jesús obró milagrosamente par la Gloria de Dios y manifestación del Reino, es el anticipo del vino nuevo, que será su sangre derramada en la cruz para salvarnos y ganarnos la vida eterna.

Que bueno es pensar también que esta fiesta de las bodas de Cana, donde hay vino nuevo, es el preludio de la última cena del Señor con sus discípulos, donde el vino nuevo, como dijimos es su sangre redentora. Y es en dicha fiesta, donde estos discípulos, creen en Jesús, momento que también se repetirá en la última cena.

Nosotros también estamos invitados: a creer y tener fe en cada misa donde el Señor vuelve a realizar su sacrificio por nosotros, y a realizar acciones solidarias que llevan y transmiten su Amor con el prójimo, donde Él está también presente. Este es el deseo de María en cada aparición privada que ha realizado a lo largo de todo los tiempos. Por ello participamos y nos preparamos comunitariamente para recibir la alianza del Amor de Dios reflejada y transmitida por la alianza mesiánica de Jesús y María. Y así pasar por la vida haciendo el bien
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Gracias María por llevarnos a Jesús









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