La Virgen María de Lourdes

 La Virgen María de Lourdes




Nuevamente la intención de estas líneas no es contar la historia de la Virgen María que se apareció, esta vez, a una muchacha humilde en Lourdes, sino poder reflexionar sobre el paso de nuestra Madre Misionera, que desde su "si" en el momento de la  anunciación de ser Madre de Dios, fue portadora desde su vientre materno,  de la buena noticia para la humanidad: Jesús, nuestro Salvador y redentor.

Esta nueva misión de María Madre de Dios, que quiere nuevamente comunicarse con el mundo para ofrecer el amor de su Hijo,  inicia revelándose de forma privada a una joven llamada Bernardita, muy piadosa, en una gruta, el 11 de febrero de 1858 hasta el 18 de julio de ese mismo año.

El gran anuncio que la Virgen María le hace a Bernardita, es revelarle quien ella es "La Inmaculada Concepción"

Para que el mundo le creyera a Bernardita la revelación de que "La Inmaculada Concepción" se apareció en una Gruta de Lourdes, la Virgen María realizará muchos signos y milagros a través de una fuente de agua milagrosa. Muchas de las personas que se acercaban a tocar o beber de esa agua tuvieron sanaciones milagrosas, incurables para la ciencia.

Detengámonos aquí, para poder reflexionar un poco: ¿Qué significa para nosotros lo que la Virgen María revela de si misma a Bernardita?

La tradición de la Iglesia, los Santos Padres y el Catecismo  nos enseñan que María, la Madre de Dios fue concebida sin el pecado original, con el cual todo ser humano nace. Fue preservada por Dios de todo pecado para ser la Madre de su Hijo Santo. De otra manera no podía haber continuado la historia  de Salvación de toda la humanidad. María es imprescindible,  para que Dios por su amor misericordioso pueda encarnarse y hacerse uno de nosotros, en todo, menos en el pecado. 

Este dogma Mariano, "La Inmaculada Concepción",  había sido promulgado cuatro años antes de la aparición, en 1854,  por el Papa Pio IX. Bernardita, por su formación, no podría haber interpretado ni comprendido nunca aquel dogma tan reciente para la Iglesia de aquel entonces.

La virgen María, a diferencia de otras apariciones, da como signo de su presencia Santa, la referencia a este dogma recientemente proclamado, para que  los sacerdotes que en aquella época dudaban de la veracidad de las apariciones, y se resistían a cumplir  con su pedido de construir un Santuario, para que muchos pecadores, a través de los signos y milagros que se iban a realizar, se convirtieran y se salvaran. Esta es la única preocupación de Nuestra Madre la Virgen María, llegar a los pecadores y acercarlos  a su Hijo, su salvador y redentor. Como anteriormente afirmamos, María no agrega nada a la misión de su Hijo de llegar a los pecadores para amarlos y a través  de su amor misericordioso salvarlos, la vuelve a presentar a los hombres que tan fácilmente la olvidan.

María en sus distintas apariciones va revelándonos su presencia necesaria en el plan de salvación  de Dios: ser "La inmaculada concepción": preservada de todo pecado, para concebir, por acción del Espíritu Santo al Hijo de Dios; el "si" libre y confiado de María para que este plan de salvación se llevase a cabo;  la compañía  y cuidado fiel de María a Jesús hasta en el pie de la cruz; el cuidado y sostenimiento espiritual de la primera comunidad  de discípulos a través de la oración, preparándolos para la venida el Espíritu Santo; su asunción a los cielos para que desde allí, ser mensajera e intercesora de la alianza que Dios quiere derramar sobre la humanidad, ganada con la pasión, muerte y resurrección de su Hijo. María va haciendo un camino de misión en cada aparición mostrándose con delicadeza y sabiduría, sabiendo  como y cuando recordarnos los designios de Dios ya anunciados y revelados por su Hijo. Sigue convocando, en sus distintas apariciones, como lo hacía Jesús, a nuevos discípulos, necesarios para que el mensaje redentor, se transmita a todos los pecadores que necesitan cambiar de rumbo en sus vidas,  y dar testimonio de ese cambio en estos tiempos actuales, en que la humanidad  se confunde y pierde por muchas ideologías, creencias y razonamientos falsos acerca de la Verdad, pues Cristo es el único: Camino, Verdad y Vida.

La Inmaculada Concepción vuelve a pedirle a Bernardita, "penitencia, penitencia , penitencia" por todos los pecadores, "es necesario rezar el rosario." De hecho Bernardita lo hizo desde la primera aparición. Su "si" a María en esta importante misión de Dios,  a la que se adhiere libremente y con amor a nuestra Madre, le trajo muchos sufrimientos, durante toda su vida, hasta en el mismo convento que la acogió por su débil salud. Recordemos el sufrimiento  de Jesús en la Cruz y el de tantos otros Santos que continuaron son su pequeñez humana la misión de Dios en el mundo.

 En esta misión, María  va tejiendo nuestras vidas y animándonos a un camino de santidad en el que  no se nos  ahorra el sufrimiento. Ella misma le dijo a Bernardita, que no le ahorraría el sufrimiento en la tierra, pero esto cambiaria radicalmente al recibir la vida eterna. Este mensaje escatológico es el "ya toda vía no" de la promesa de la vida eterna, es la certeza de que el Reino de Dios está en medio nuestro, pero que todavía no podemos vivirlo en plenitud. Sin embargo podemos experimentarlo, desde la oración fiel y constante hasta en la obras de caridad materiales y espirituales, con el próximo,  especialmente con los mas pequeños y necesitados. Por consiguiente podemos hacer la experiencia del Reino de Dios, tal y como lo experimentaron  cada una de las personas aliviadas en sus dolencias corporales y espirituales,  al beber o tocar el agua de aquella fuente milagrosa,  que la Virgen  María en Lourdes, hizo surgir con el si humilde de la sierva de Dios Bernardita.

 Los caminos de Dios no dejan de sorprendernos a lo largo de nuestra historia. El hecho histórico de Lourdes es uno de ellos, y la manera de llamar a los pecadores es especial, amorosa, y misteriosa como ha sido siempre. No puedo dejar de relacionar con la fuente el agua del agua de Lourdes, con el encuentro de la Samaritana con Jesús en el pozo de agua, donde Jesús la invita a recibir el agua viva que sólo Él puede dar, y en como la Samaritana accedió a esta invitación, recibió esa agua viva, y  salió liberada de todas su ataduras del pecado,  y con alegría fue a dar testimonio de lo que le había sucedido. Lo mismo pasa en Lourdes es esa fuente de agua viva sanadora y liberadora de  la que hacen experiencia miles de peregrinos que llegan al santuario, buscando sanidad y liberación.

El dogma mariano, de la Inmaculada Concepción, nos invita a reconocernos hijos de aquella Mujer preservada de toda mancha de pecado, para dejarnos guiar por ella en el camino de encuentro con Jesús. Con ella el camino se acorta. Podemos preguntarle a los  miles de personas que llegando al santuario, acortaron camino.  Dios envía a la Madre de Jesús,  porque ella  es el instrumento propicio para  la situación grave por la que la humanidad atraviesa,  y por que necesitamos escucharla y abrazarnos a su regazo de Madre, para que a través de ella,  sin dudas, y con esperanza,  nos arrojemos al amor de su Hijo. María en nuestro tiempo es necesaria como  en toda la historia  de la humanidad. Desde la desobediencia  de Adan y Eva, ella es esperada para pisar la cabeza del demonio a través del sacrificio de su Hijo resucitado. Ella es la que fue anunciada por los profetas como la madre del hijo del Hombre: el Enmanuel. Hoy nos sigue convocando y esperando nuestra respuesta humilde tal y como lo hizo aquella joven en 1858.

 Cuánto pudo obrar Dios  y sigue haciéndolo en nuestros tiempos, a través de este "si" pequeño de esta Jovencita. Y como con este "sí " dado por Bernardita, María sigue su camino  misionero, en este mundo en el que vivimos, acercándonos siempre a su Hijo.

Bernardita fue canonizada el 8 de diciembre de 1933.


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