María nos enseña a rezar - misterios gloriosos

 María nos enseña a rezar - misterios gloriosos






En esta reflexión se quiere contemplar de la mano de María los misterios gloriosos de la vida de Jesús, el Espíritu Santo y la asunción y proclamación de María como reina de todo lo creado.

Primer misterio, la resurrección de Jesús:

"El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos. Los discípulos regresaron entonces a su casa. María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?». María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo». Jesús le dijo: «¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!». Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: «Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes»." (Jn. 20, 1-17)

En este pasaje bíblico que nos relata el evangelio según San Juan, la muerte de Jesús ha sido un hecho muy fuerte para todos los discípulos. María magdalena discípula de Jesús se dirige de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro. 
La oscuridad y el sepulcro hablan de la muerte. Ella al igual que los otros discípulos no han comprendido aún que Jesús esta resucitado, glorificado por Dios Padre a través del Espíritu Santo. El sentido de sus vidas y sus esperanzas han desaparecido en la oscuridad y el sepulcro. Andan como ovejas sin pastor. La oscuridad que los envuelve direcciona sus búsquedas existenciales, a un sepulcro, que se encuentra vacío. 

María magdalena cegada por la oscuridad que la envuelve sale asustada y angustiada a avisar a dos discípulos sobre lo que ella cree ha sucedido: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto» La oscuridad  siempre no deja ver bien al hombre y se crea en la imaginación hechos falaces que nunca sucedieron y que lo alejan más de la verdad. El hombre pasa por la vida muchas veces por distintas oscuridades y erra el camino olvidando lo anunciado y proclamado por el Señor.

Ante la noticia que se transmite embebida en dolor y angustia, aparecen dos discípulos que recepcionan el mensaje: el discípulos amado y Pedro. El texto no dice que dudaron de los dichos de María Magdalena, ni tampoco lo contrario, pero la reacción que tienen llevan a pensar que asumen dicho mensaje como real. Ambos  impactados y envueltos en esta misma oscuridad, salen corriendo  a ver la ausencia del  cuerpo de Jesús. 
La oscuridad que se transita por la vida, a veces lleva al hombre a reacciones precipitadas, no pensadas, y sólo el impulso gobierna las acciones que realiza. Sólo la luz de Jesús puede llevar al hombre por caminos de serenidad , tranquilidad, confianza, esperanza. Pero María Magdalena y los dos discípulos van por el mismo camino errados al sepulcro.

El relato también nos cuenta que uno llega primero y el otro después y que ambos entran al sepulcro. Sin embargo uno de ellos cree. ¿En que cree? . El versículo siguiente puede aclarar algo: "Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos." Ninguno de los dos ha salido de esa situación de desconcierto. Sólo corroboran que Jesús no está. El sepulcro vacío y oscuro  no puede arrojar luz al hombre en su vida existencial. Nada puede encontrar allí que le de sentido a su vida. Los discípulos desorientados regresan a su casa. 

Ante el dolor, el llanto, la tristeza y la desorientación, aparece la Luz, porque Jesús no deja a sus discípulos solos. Dos Ángeles se aparecen a María Magdalena para ayudarla en ese estado existencial del que no puede salir por si misma. "Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?». María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció." María Magdalena está tan sumida en su sentir y no se da cuenta de quienes tiene al frente (ángeles) y sigue respondiendo desde ese sentimiento de dolor, y no reconoce a Jesús que que se le aparece. El hombre que se sumerge y se entrega a un mero sentimentalismo no sale de esa situación existencial que lo aleja de todo, pues solo tiene  una mirada meramente humana para si mismo.

Es necesario que la verdadera Luz: Jesús,  por amor y compasión ilumine el corazón nuevamente para que la mirada descreída se transforme en una mirada de fe. "Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo». Jesús le dijo: «¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!» 
Jesús llama por su nombre al hombre, para tener con él un encuentro personal. Y es  allí cuando los ojos segados por la naturaleza herida, se  abren y puede responder como María Magdalena: Maestro. Es en ese instante de encuentro, cuando Cristo resucitado y glorificado transciende la naturaleza herida,  y lo meramente humano deja de gobernar la existencia del hombre, para ser un hombre libre y resucitado por gracia del Señor.

María Magdalena de la oscuridad que la envolvía a pasado a ser cobijada y contenida por  la Luz de la resurrección. Ha sido transformada por el Señor, su fe y esperanza han sido restablecidas, para transmitirla dando su testimonio a los otros: Ve a decir a mis hermanos: «Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes»." El hombre esta llamado a ser transformado por la resurrección de Jesús y ser enviado a dar testimonio a todo el mundo.

Segundo misterio, la ascensión de Jesús a los cielos.

"Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo»." (Mt. 28, 16-20)

Este pasaje bíblico según Mateo, Jesús les dirige sus últimas palabras a los discípulos que lo reconocen como el Hijo de Dios, aunque aún algunos dudan. Les dice que vayan a dar testimonio y a enseñar de lo que han visto y oído, bautizando a todo hombre en el nombre del Padre, del Hijo y el Espíritu Santo. Jesús en el momento de su ascensión a los cielos vuelve a revelarles que deben dar testimonio de un Dios Trino. Es la máxima revelación que hace Jesús al hombre, para que su destino sea la salvación y redención, ganada por Él en su pasión, muerte y resurrección. Todo ha sido dado y dicho por Jesús. Es el momento de volver de donde vino, del Padre. 

Tercer Misterio, la venida del Espíritu Santo en Pentecostés sobre los apóstoles:

"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse." Hch 2, 1-4

El texto empieza diciendo que "estaban todos reunidos en el mismo lugar". El lugar es aquella sala en que se reunían a orar junto a María. Seguramente unidos en profunda intimidad orando y alabando al Señor, como María les habrá enseñado durante todo ese tiempo de espera de la promesa de Jesús :el envío del Paráclito. Cuando los discípulos reunidos en intimidad y en oración recibieron el Espíritu Santo seguramente comprendieron y experimentaron con profundidad, dentro de sus posibilidades humanas el Amor divino de Dios Padre, unidos a los corazones de Jesús y María. Y llenos del Espíritu Santo podían expresar ese Amor en diferentes lenguas  "según el Espíritu se los permitía" 

Podemos ver también como Dios quiere que que el derramamiento de la gracia del Espíritu Santo sea comunitaria y transmitida a todos a través de las expresiones que salían del corazón y los labios de cada discípulo. Los discípulos no se quedan en la su sala de reunión contemplando al Espíritu Santo recibido, sino que salen al encuentro de las personas que necesitan ser anunciadas sobre el Reino de Dios. El Espíritu Santo moviliza, dinamiza los corazones y los impulsa por su Amor, a dar testimonio de  la Alianza con el Padre, que Jesús ganó con su muerte  de cruz y resurrección. Todo lo que Jesús les había enseñado y testimoniado con su vida, y todo lo que María les había recordado de su Hijo en la espera del Paráclito, en ese misterioso y real momento, el Espíritu Santo lo sellaba y penetraba en lo más profundo de los corazones de aquellos discípulos. Con el Gozo y alegría, tal como lo había experimentado María en la anunciación, gozo que sólo viene de Dios, así salían los discípulos ante las personas para expresarse en distintas lenguas. Todos los entendían, nadie quedaba fuera. 

Cuarto Misterio, la asunción de al Virgen María a los cielos en cuerpo y alma

María preservada por voluntad  de Dios del pecado original no puede morir como todos los hombres, por ello es llevada al cielo sin haber pasado por la muerte. Esto es la asunción de María. María en su asunción no deja de mirar a toda la humanidad con amor y misericordia que Dios le derrama en su corazón.

Quinto Misterio, la coronación de María como Reina y Señora de todo lo creado.

"Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza." (Ap. 12, 1)

El autor del libro del apocalipsis sin duda tiene la visión de María Reina sobre toda la creación. El simbolismo del versículo describe a la Madre de Jesús en la Gloria.



Para rezar el rosario , se contempla cada misterio, se rezan un Padre Nuestro, diez Avemarías y un Gloria.




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