Para Dios la vida vale desde que nos pensó

 Para Dios la vida vale desde que nos pensó

   




En esta reflexión trataremos de descubrir lo valioso que es la vida de cada persona desde que fuimos pensados por Dios hasta la vida eterna.

Es necesario volver al texto del Genesis: "Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo». Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer." (Gn. 1, 26-27).
Dios desde un principio nos tuvo en sus pensamientos como parte de su creación, la más importante. En el relato, este hombre pensado y amado por Dios es  creado a su imagen y semejanza, y le es  dado  el dominio de todo  lo existente en la tierra, para cuidarla y respetarla.  "El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara." (Gn. 2, 15)

¿Qué significa ser creado a imagen y semejanza de Dios?  Debe quedar claro que todo lo que Él hizo, lo hizo por Amor, de lo contrario no existiría nada creado. El hombre creado a imagen y semejanza es capaz de amar  no como Dios, pero si como criatura, cuidando y haciendo fructificar todo lo que hay en la tierra, principalmente la vida de todo ser humano. "Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense"(Gn 1, 28).

Dios les dijo que fueran "fecundos", "multiplíquense". Este mandato de Dios para toda la humanidad de todos los tiempos, exhorta a todo hombre a cuidar la vida siempre desde el momento de su concepción hasta la muerte de cada ser humano. Por ello nunca debemos descartar ninguna vida. No somos dueños de ellas, se nos ha delegado toda vida para cuidarla, y ayudarlas a que lleguen a ser dignas y Santas.
No está en la libertad del hombre decidir cuando termina una vida. Cuando lo hace comete un grave error: "Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos afuera». Y cuando estuvieron en el campo, se abalanzó sobre su hermano y lo mató" (Gn. 4, 8). Caín mata y peca contra Dios dueño y Señor de toda la vida.  Un hijo de Dios, pensado y amado se le ha arrebatado la vida. La escena de Caín y Abel, es terrible y oscura. 

¿Cómo es posible que el hombre piense matar a un semejante,  en cualquier etapa  de la vida, desde la concepción (aborto) hasta la vejez (eutanasia). Es tan horroroso que esto ocurra como lo fue la muerte de Abel por manos de Caín. Por manos propias, de hijos amados de Dios, se comenten asesinatos en el mundo actual en el que se vive. 

El hombre debe comprender de que desde el momento de la concepción Dios infunde vida a esa unión que se produce con el espermatozoide del varón y el óvulo de la mujer. 

Jesús es concebido también aunque no de la unión de un varón y una mujer:  "El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;" (Lc, 1, 28-31) 

En este fragmento del evangelio según Lucas, nos habla que el Hijo de Dios será concebido por gracia del Espíritu Santo. Dios eterno que siempre existió es concebido en el vientre materno de María y sigue siendo Dios desde ese momento. No deja de ser Dios en su concepción. 

Lo mismo sucede con cada concepción que el varón y la mujer realizan desde su unión: el hombre pensado por Dios, no deja  de ser hombre desde ese momento. En ese instante tan glorioso y misterioso se abre la vida que Dios a pensado con gratuidad para cada hombre que es concebido a imagen y semejanza suya. 

Aun en las concepciones no queridas y forzadas Dios infunde la vida a esa nueva criatura en el vientre de su madre. Es un Abel más, al que hay que cuidar y amar con la capacidad de amor que Dios  ha dado al hombre. El hombre no debe cometer el error de Caín, sea cualquiera la circunstancia que perturbe la paz del corazón y por consiguiente el alejamiento a Dios. Esto le pasó a Caín que dudó y pensó que Dios no lo amaba lo suficiente y lleno de ira cometió el asesinato  de su hermano Abel.

Cuando el hombre decide alejarse del Dios Verdadero se aleja y  desvaloriza lo que significa la vida  de todo ser humano. Sin embarco la cercanía le posibilita el amor necesario para hacer la voluntad de Dios, cuidando de la vida, no para si mismo, sino para entregarla a los demás. Esta donación es lo que da la verdadera felicidad. 

Se pude recordar el siguiente pasaje de una madre que goza del hijo que lleva en su vientre y toda la felicidad que se transmite hacia los demás: "En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. "Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor». María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todo poderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre»." (Lc. 1, 39-55)
  
Se pude ver como Isabel recibe a María reconociéndola Madre del Salvador: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?" Y María llena del Espíritu Santo responde a ese amor que Jesús en su seno materno le comunica a su corazón: "«Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre»"

Todo este pasaje nos cuenta lo maravilloso que es llevar en el seno maternal  la vida de un hijo, que en este caso es el Hijo de Dios que ya desde su seno transmite su divinidad hacia todos. 

La vida en el seno materno debe ser causa de gozo y no de tristeza y desesperación. La vida de un niño en el seno materno debe al igual que María e Isabel ser motivo de inmensa alegría.  Lamentablemente la cultura en la que se vive ha logrado tergiversar ciertos valores esenciales, en la vida de las personas, puestos por Dios en los corazones de cada hombre. Por ello la noticia  de un hijo desde el momento de la concepción y durante el embarazo, para muchos,  a dejado de ser una buena noticia y a pasado a ser un momento de desencuentro con el hijo y de amargura. Y cuanto más se profundizan estos sentimientos, más se acerca la mujer y la sociedad a aceptar la muerte de ese niño y asesinarlo.


En el siguiente texto bíblico del evangelio según Lucas, reflexionaremos sobre las personas de edad avanzada. En el mismo se puede ver  la sabiduría de dos personas mayores de edad que han llevado una vida en comunión en cercanía con Dios. Y como Dios a pesar de la  larga vida de estas personas las hace instrumentos para profetizar y alabar a su Hijo, continuando a través de ellos su plan de Salvación de la humanidad.


"Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Angel lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos». Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casa en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén." (Lc. 2, 25-38)

Con este texto se pretende resaltar la importancia que tienen las personas mayores de edad en el plan de Salvación del hombre. Por ello no deben ser descartados de la sociedad actual. Hoy son tenidos como inservibles y no son escuchados, ni respetados. Son invisibilizados. 

En la cultura actual, todo lo que no sigue su ritmo, debe ser desechado. Pero se ha llegado a tal punto de desvalorizar tanto la vida de la edad mayor, que  se promueve, para alejar el sufrimiento físico propio de la edad, la eutanasia, con el argumento de una muerte digna. En un mundo cargado el relativismo quien puede decir lo que es morir dignamente si no es Dios a través de su Palabra: "Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense"(Gn 1, 28), desde la concepción hasta la muerte de todo ser humano" 

El dolor puede dignificar a la persona  aun cuando es dolorosa. Tenemos muchos Santos que ofreciendo su dolor tuvieron una muerte digna para su salvación y la de muchos otros. (Aquí se podría discutir que es la dignidad pero no es el cometido  de esta reflexión). Se tiene una mala concepción de lo que es el dolor (el dolor es un misterio para el hombre). Desde una mirada de fe, el dolor redime y salva: "Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed. Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de beber el vinagre, dijo Jesús: «Todo se ha cumplido». E inclinando la cabeza, entregó su espíritu." (Jn. 19, 28-30)

 En esta parte del pasaje de la pasión de Jesús, el dolor toma otra dimensión que con la mirada meramente humana no se llega a comprender. Es el dolor que redime  y se entrega por los demás. Hay que aclarar que Dios no quiere el sufrimiento de las personas, pero este, es parte del misterio de la vida y si nos toca vivirlo no podemos negarlo a través de la muerte influida. El hombre salvado y redimido no esta exento del sufrimiento. El dolor que debe asumirse y transitarlo, es un misterio, que no alcanzaremos a comprender con nuestra razón. Sólo la fe en Dios que nos espera y acompaña nos alivia y fortalece para ese momento de la vida.

En estos tiempos pareciera que nadie  puede  hacerse cargo de  las personas de mayor edad, para consolarlos y escuchar la sabiduría de sus vidas. Ellos han sido silenciados también y se busca eliminarlos. Sólo la vida joven tiene valor, por ello tanta deshumanización por no llegar a esa edad donde todo se cree es descartable. La misma sociedad que los desecha hace todo lo posible por no llegar  también a ese momento. Existe todo un aparato global que propone la eterna juventud, en todo los ámbitos de la vida. 


El mundo actual esta generando un cambio falso de la identidad del hombre deshumanizándolo y llevándolo a cometer atrocidades en los dos extremos de la vida:  la concepción y la vejez. Países y gran parte de la sociedad siguen ideologías de la  muerte que paso a paso van logrando el pecado  de Caín: el asesinato. El olvido de Dios los hace perder de vista que son criaturas amadas de Dios y  creadas a su imagen y semejanza, e imbuidos en ideologías falsas hacen el mal. Perdidos se encuentran y violentos se vuelven contra todo valor que respete la vida, en nombre de un libertinaje que nada tiene que ver con la libertad que Dios le dio al hombre para cuidarse a si mismo , a los otros y a toda la creación.

Pero a pesar de toda esta atrocidad Dios triunfará al final de los tiempos. Esta es nuestra esperanza y las que nos moviliza a defender la vida  desde su concepción hasta la muerte natural. Por ello es que todo cristiano y no cristiano debe sin violencia entregar su vida por la de los más indefensos, aunque sean incomprendidos y reprimidos por una sociedad secularizada sin ningún tipo  de valor que dignifique al hombre.  Por ello la evangelización, la Palabra de Dios, debe ser anunciada y testimoniada. Sólo ella puede iluminar nuevamente los corazones y revertir esta situación. Jesús vino a iluminar estos corazones olvidados de Dios y corazones que nunca conocieron a Dios. Los hombres con Dios pueden generar acciones que reviertan esta situación.

Nuestra mayor esperanza es llegar a la vida eterna que Jesús nos ganó con su pasión, muerte y resurrección. Allí el hombre se encontrará con sus pares en un estado de Amor y Gracia que no podemos imaginar. Sólo le queda esperar con fe. Pero una fe fundada en un Dios vivo que se encarnó y  redimió  a la humanidad, dejándole claves, enseñanzas, mandatos, para que desde ahora viva ese Amor que todo lo puede, sana y salva.(es el ya y todavía no escatológico) Todo hombre esta llamado a esta vida. Nadie debe quedarse fuera, es el deseo del amor misericordioso de Dios.

María acercanos a Jesús para cuidar la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

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