La Alianza del matrimonio

 La alianza del Matrimonio






En esta reflexión se quiere acercar algunos elementos del sacramento del matrimonio como alianza entre el varón y la mujer con Dios.

Es necesario iniciar la reflexión con el siguiente pasaje bíblico del libro del Genesis: "El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada. Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: «¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre». Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne." (Gn. 2, 20-24)

El hombre ha sido creado y se le ha dado el poder sobre toda la naturaleza para que la cuidase y viva en ella: "El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara." (Gn. 2, 15). Pero Dios se da cuenta que el hombre esta incompleto y necesita de otro ser también creado a imagen y semejanza, "Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza;" (Gn. 1, 26) para que se complementen uno al otro. Dios a creado al varón y a la mujer con el fin de que vivan unidos llegando a ser una sola carne.
 Esta unidad que le propone Dios al varón y a la mujer es expresión del  amor existente entre las personas de la santísima Trinidad. Amor que es donación pura del uno al otro en las tres Personas divinas, del único Dios. El varón y la mujer creados a imagen y semejanza de Dios, tienen la gracia de poder realizar entre los dos esta expresión de amor , de donación del uno por el otro. No como lo hace Dios, sino como criaturas. 

Existe una complementariedad del varón y la mujer que exige un respeto muto de las virtudes y cualidades diferentes que poseen. Respeto que se traduce en el cuidado de uno con el otro, expresado siempre desde la libertad que Dios le ha dado a cada uno. La unidad propuesta, "Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne.",  no es impuesta por Dios al varón y a la mujer, sino es gracia dispuesta  para ser elegida por ellos mismos. 

El texto dice que de una costilla del hombre que sacó Dios, fue creada la mujer. Este detalle es muy importante por que nos dice que el hombre no es superior a la mujer, ni la mujer inferior al hombre, sino que se expresa una igualdad existencial: "El hombre exclamó: «¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!" (Gn. 2, 23). El varón y la mujer aunque de características diferentes, son creados de la misma carne, no existe escalafón entre ellos. 

El varón necesita de la mujer  tanto como la mujer necesita del varón para poder realizarse ambos como personas integras y dignas ante Dios. Entre los dos se va desarrollando una personalidad madura en la reciprocidad  de donación del uno con el otro, que no permite que queden  encerrados en si  mismos, sino por el  contrario, los invita a una apertura hacia los demás. Esta existencia vivida desde la complementariedad abre un sin numero de puertas y posibilidades de vida para toda la creación. 

Es necesario aclarar que esta complementariedad no solo la viven los varones y mujeres que se unen para formar una familia. Cualquier varón y mujer pueden complementarse relacionándose normalmente sin necesidad de asumir una alianza matrimonial. Los solteros, consagrados, sacerdotes, por su vocación especial no dejan de ser complementos de unos con los otros, entre varones y mujeres.

En el  matrimonio,  con la alianza recibida deben ir superando las dificultades que la vida les va presentando. Muchos que se alejan de Dios, terminan separándose y con leyes humanas divorciándose. La alianza que no se vive desde el amor de Dios no se vive en profundidad y tiene ese riesgo.

En un matrimonio divorciado por las leyes humanas, Dios no rompe su promesa de alianza con ellos. Dios es fiel por siempre a ella. Dios no se divorcia. Para El no es posible romper la unión de amor ofrecida. En un pasaje bíblico del evangelio según Mateo nos dice: "Se acercaron a él [Jesús] algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?». El respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: "Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne"? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido»." (19, 3-6)

La separación que elige un  matrimonio es fruto de un desconocimiento  y olvido progresivo del amor que los unía y complementaba dado por la alianza hecha con Dios. El matrimonio debe dar testimonio de la comunidad Trinitaria. Por ello su importancia y necesidad para toda la humanidad. Este sacramento desvalorizado y hasta olvidado actualmente  es importante porque es fuente de vida para todos a imagen y semejanza de Dios. No es el matrimonio una decisión que se toma a la  ligera por una cuestión meramente social y humana. El amor de los que eligen casarse, no pude estar fundado en sentimentalismos y atracción meramente física y en pleno desconocimiento de la importancia  de su alianza contraída con Dios.

El milagro de la vida, a través del matrimonio,  que es la formación de una familia, es esencial para el desarrollo normal de una sociedad, de lo contario la sociedad se deshumaniza y camina por senderos que impiden la verdadera felicidad.

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